Thursday, July 13, 2006

Diálogo sobre un diálogo

Jorge Luis Borges

A- Distraídos en razonar la inmortalidad, habíamos dejado que anocheciera sin encender la lámpara. No nos veíamos las caras. Con una indiferencia y una dulzura más convincentes que el fervor, la voz de Macedonio Fernández repetía que el alma es inmortal. Me aseguraba que la muerte del cuerpo es del todo insignificante y que morirse tiene que ser el hecho más nulo que puede sucederle a un hombre. Yo jugaba con la navaja de Macedonio; la abría y la cerraba. Un acordeón vecino despachaba infinitamente la Cumparsita, esa pamplina consternada que les gusta a muchas personas, porque les mintieron que es vieja... Yo le propuse a Macedonio que nos suicidáramos, para discutir sin estorbo.
Z (burlón)- Pero sospecho que al final no se resolvieron

A (ya en plena mística)- Francamente no recuerdo si esa noche nos suicidamos.

FIN

2 Comments:

Anonymous Anonymous said...

eso quiere decir que podriamos estar muertos y no nos damos cuenta?

El cuento es bueno, corto y preciso. danos mas.

6:48 AM  
Blogger Luis Herrera said...

Como lo referido hoy en clases: ¿Y si esto es un sueño?

Pero claro, sueño es una cosa y la problemática de la inmortalidad es otra.

El alma no existe ¿Y lo que no existe puede ser inmortal?

saludos

6:32 PM  

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